domingo, 21 de agosto de 2011

Cristina va por más, y acompañarla es una felicidad.

Sí, Cristina va por más. Eso es lo que teme buena parte del establishment y de la oposición. Ni que hablar del 'establishment mediático', que avizora que un nuevo período K hará más que posible el fin de su hegemonía mediática y la completa vigencia de la Ley de Medios. La oposición, deconcertada por el contundente resultado favorable a Cristina, se debate entre reproches mutuos y -como una especie de reflejo condicionado- insiste con su argumento de que darle mucho poder al oficialismo en Octubre será la antesala de una cuasi-dictadura. Es el mismo argumento que han venido blandiendo estos años y que, resultados a la vista, no les ha dado resultado... ¿Porqué insisten entonces, fuera ya no de pedirles recapaciten sobre lo mucho bueno realizado sino de posicionarse de un modo más inteligente de cara al futuro?. Respuesta posible: porque no saben hacer otra cosa, los obnubila el odio al kirchnerismo, y se han acostumbrado a que su agenda les sea dictada por Magnetto & Co. Pensemos entonces, con ánimo de ayudarles, que hubiera pasado si, p.e. el Peronismo Federal hubiera dirimido su interna en estas elecciones, posicionando un sólo candidato para Octubre. Fuera Duhalde o Rodríguez Saa, ¿alguien puede dudar que estaría mejor posicionado para Octubre? ¿Y no hubiera sucedido lo mismo respecto de la interna radical? Y en cuanto a Pino, ¿no habría conseguido el ansiado 1,5% para entrar en las PASO si no hubiera defeccionado de su candidatura presidencial, mostrando coherencia y vocación? ¿No se hubiera ahorrado un montón de rispideces y quejas de su partido al entrar como elefante en un bazar en la candidatura capitalina desplazando a Lozano? Ni que hablar si hubiera negociado mejor con Binner...
Pero, en el fondo, creo que lo peor que han hecho es subordinarse sin fisuras con la versión "C" (Clarinista) de este gobierno. Eso les ha impedido plantear agenda propia, tener iniciativas que en algún momento hubieran podido coincidir con el gobierno. El electorado podría haberlos visualizado como una opción posible, con identidad propia, con vocación constructiva. Hay sólo un contexto, en democracia, donde la crítica despiadada que han realizado pudiera dar resultado: con un gobierno que se equivoca fiero y que es débil. En este caso, ni lo uno ni lo otro. Los resultados están a la vista.

Es interesante leer los análisis de distintas consultoras sobre la realidad presente, publicado en P12 en el artículo de Raúl Kollman: El Número Final
Pipo